Boca venció por 1-2 a Godoy Cruz en el Malvinas Argentinas de Mendoza por la última fecha de la Zona B de la Copa de la Liga Profesional con los goles de Miguel Merentiel, de penal, y Nicolás Figal, había empatado transitoriamente Hernán López Muñoz para el Tomba, y sigue con chances de clasificarse a la Copa Libertadores 2024.
Fue evidente desde el comienzo que Boca salió consciente de estar frente a la última oportunidad de clasificarse a la Copa Libertadores. Claro que a la actitud la tiene que ayudar con esa cuota de empuje del destino que le diera un poco de viento a favor. No es que los últimos resultados o las cuatro victorias en 23 partidos hayan sido solo por mala suerte. Pero definitivamente no es lo mismo salir del vestuario 0-1 en la primera jugada del rival que con un penal a favor a los 3 minutos de juego tras un remate de Saracchi a la salida de un córner. Córner generado tras una posesión casi exclusiva del Xeneize desde el inicio, con un Medina dispuesto a demostrar que no lo deben volver a dejar afuera del equipo y un Barco lanzador para que, por poco, Merentiel no pusiera el 1-0 que terminó concretando el propio uruguayo con ese tiro desde los doce pasos.
Un Boca en el que cualquiera puede convertirse en culpable. Porque eso es en lo que se transformaron los que quedaron en evidencia en los últimos derrapes que dejaron al equipo (que jugó 62 partidos en el año y llegó a estar a punto de coronar lo máximo) al borde del abismo.
Así les pasó a Fabra y a Saracchi con sus expulsiones en los partidos ante Fluminense y Estudiantes. Y así le pudo pasar a Nicolás Figal después de una salida sin ninguna lógica en la cual le regaló medio empate a Godoy Cruz.
Medio, sí. Porque la otra mitad la completó la zurda de López Muñoz, esa extraña mezcla de familiar directo de Maradona y producto de la cantera de River. El pibe maravilla del Tomba no dudó y se la puso contra el palo a Chiquito, abajo. Inatajable.
Otra vez era a empezar de cero para Boca, con todo lo que implicaba. Una tarea más que dificil en este final de temporada. La sensación era más propensa a volver a ver esa impotencia característica de los últimos partidos que de la chance de lograr una hazaña escondida en algún héroe que mantenga viva la esperanza de esa Copa Libertadores 2024 que ya parecía no una utopía sino definitivamente una puerta cerrada.
Pero el héroe apareció y fue el mismo que un rato antes era culpable. Otra vez tras un córner de Barco, esta vez a la cabeza de Weigandt, quien se la bajó a Figal para que solamente tenga que empujarla. Gol. Alivio. Y abrazos de los compañeros para el central.