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De la compra a la Justicia: por qué las fallas registrales complican cada vez más operaciones inmobiliarias y de automóviles

Comprar una casa o un auto es, para la mayoría, uno de los pasos económicos más importantes de la vida. Pero detrás de cada escritura o cédula verde existe un eslabón clave que, muchas veces, pasa desapercibido: el sistema registral. Si ese engranaje no funciona correctamente —o si quienes lo manejan no tienen la capacitación adecuada—, el riesgo de que una operación se convierta en un conflicto judicial es mucho más alto de lo que suele imaginarse.

Para la Dra. María Eugenia Doro Urquiza, abogada especializada en Derecho Registral, consultora y directora de la Diplomatura en Derecho Registral de FUCER, la raíz de muchos de estos problemas es clara: la falta de formación específica. “Me parece fundamental además de indispensable, porque no debemos perder de vista que las carreras de grado no suelen prever en sus programas académicos actividades relacionadas al derecho registral, cuyo conocimiento es imprescindible como paso previo para la erradicación de conflictos en la registración de inmuebles y de automotores, entre otros bienes”, explica.

El derecho registral es, justamente, el área que garantiza que el traspaso de la propiedad de un bien se realice de forma ordenada y segura. Cuando ese proceso falla, las consecuencias pueden ser graves: desde operaciones que se anulan hasta largas batallas judiciales para determinar la titularidad de un bien. “No perdamos de vista el alto valor económico que suelen tener, por lo que considero muy importante la capacitación de todos los actores del sistema registral como eje necesario para garantizar la debida seguridad jurídica a todos los ciudadanos”, remarca Doro Urquiza.

Según la especialista, la capacitación es una deuda pendiente que desde hace años intenta ser saldada a través de cursos, congresos y jornadas académicas, aunque aún queda mucho por hacer. “Si bien hace varios años que venimos dando esa batalla académica mediante el dictado de cursos, congresos, clases ad-hoc en distintos ámbitos universitarios, colegios de profesionales, publicaciones de trabajos en revistas especializadas en esa área, etc., aún falta mucho por seguir haciendo para lograr la debida formación de los distintos profesionales involucrados en esta rama del derecho”, sostiene.

El avance tecnológico es otro de los factores que elevó la exigencia en esta área. Las herramientas digitales se multiplican y modernizan, pero el desafío es que todos los eslabones de la cadena —desde quienes trabajan en oficinas registrales hasta profesionales independientes— puedan acompañar esa transformación con conocimiento técnico y precisión legal.

“Tengamos presente que el derecho está en constante evolución, tanto en lo formal como en lo sustancial y, por supuesto, también se advierte un cambio referido a la tecnología, lo que significa un desafío constante que requiere la práctica de actualizaciones permanentes dada la velocidad con la que se suceden”, señala.

Frente a este escenario, la especialista advierte que la capacitación no es sólo un requisito académico: es una necesidad concreta para evitar que las transacciones se frustren y que los bienes de las personas queden en riesgo. “Considero que, más que nunca, es muy importante la capacitación de todos los sujetos involucrados en la actividad registral para poder hacer frente, entre otras cosas, a la gran revolución digital que se está dando y además para concientizar sobre la importancia de acompañar la modernización del Estado con las reglas establecidas en el ordenamiento jurídico”, concluye.

Y subraya: “El derecho de fondo debe ser siempre el marco legal cuya valoración nos asegure, al menos con el menor margen de error posible, la tan preciada seguridad jurídica, indispensable para resguardar los bienes de toda la comunidad.”

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