Corría un caluroso 2 de enero del año 2002 cuando el presidente Eduardo Duhalde dijo esta frase. La analizamos en cinco minutos.
Argentina venía de una de las peores crisis de su historia y de nada más y nada menos que de ver pasar 5 presidentes en una semana. Ese día, Eduardo Duhalde tomaba la posta de la presidencia y ante la Asamblea Legislativa del Congreso Nacional.