El festival Masters of Rock fue un verdadero encuentro rockero y, según Paul Stanley, cantante, guitarrista y fundador de Kiss, este viernes fue el «último show» del grupo, al menos en Buenos Aires. Lo repitió un par de veces a lo largo de la performance de su banda, por si alguien dudaba del tenor de la ceremonia que se consumaba.
La sensación que daba el público es que no había conciencia de que la banda se estaba despidiendo de los escenarios. O quizá no se quería aceptarlo. También es cierto que tantos artistas dijeron adiós y al rato ya preparaban una gira de reunión que la nostalgia comenzó a responder con escepticismo a cualquier conato de abandono.
Kiss regresó a los escenarios porteños justo ahora que se cumplen 50 años de su creación. Sin embargo, esta vez lo hizo encabezando el Masters of Rock, multitudinario evento que recuperó al Parque de la Ciudad como predio de recitales.
El festival fue una fiesta del rock
Los vecinos de Villa Soldati celebraron el festival, guiaron a la horda de remeras negras que arribaron al barrio hasta la Avenida Roca. Cerca de la puerta de ingreso ya se escuchaban los acordes de Helloween, los alemanes Avantasia o los locales Horcas, que fueron los primeros grupos en tocar.
Tal como lo sugería su nombre, la propuesta del festival era una cátedra de hard rock y heavy metal. Es por eso que Helloween hizo valer su chapa de leyenda alemana de la escena, revisitando un repertorio en cuyo tramo final destacaron clásicos de los ’80 como «How Many Tears», alternado con temas recientes del calibre de Best Time».
Alrededor de 35 mil personas esperaron a Deep Purple. Y esperaron un buen rato: en el Masters of Rock había sólo un escenario y los artistas tocaban lo que suele durar un recital suyo en una sala (alrededor de una hora y media), entonces el ritmo era más lento.
En el ocaso de la tarde, Deep Purple pareció una aplanadora, pero con una elegancia brutal. Si bien es cierto que por son una leyenda viviente del rock, la banda encabezada por el cantante Ian Gillan repartió tanta frescura que estaba a la par de cualquier grupo contemporáneo.
Otro rasgo que aunó a los artistas del evento es que no dejaron de producir discos en los últimos años, con excepción de Kiss (Monster data de 2012). Incluso el grupo inglés sumó en su set «Uncommon Man», tema dedicado a su tecladista John Lord (falleció en 2012). Comenzaron con «Highway Star» y terminó de llevarse todo por delante con «Smoke on the Water», «Hush» y «Black Night».
El show fue una locura, Gillan no podía contener su felicidad por la devolución del público, exactamente lo mismo hicieron los integrantes de Scorpions, a quienes no se les veía por esta parte del mundo hace varios años. Sin embargo, a pesar del tiempo y la distancia, su cancionero se sigue manteniendo inoxidable.
La banda comenzó su show con «Gas in the Tank», de su nuevo álbum, Rock Believer (2022). De ahí también escogieron «Pacemaker» y el tema que titula al disco. Lo demás fue a puro hit: desde «Coast to Coast» hasta «The Zoo». El dato de color se lo llevó «Wind of Change». Si inicialmente la letra aludía a la reunificación alemana y a la perestroika, ahora la canción la transformaron en un himno para Ucrania.
Kiss cerró el Masters of Rock
Kiss fue la banda encargada de cerrar la noche. «Detroit Rock City» fue su primer tema, siguió con «Shout it Loud» y la rompieron con su show. El público argentino demostró su devoción por la banda, Kiss sigue teniendo arrastre en los rockeros argentinos.
Cuando cayó el telón, Paul Stanley, Gene Simmons y Tommy Thayer estaban montados sobre unas plataformas que los bajaron desde el techo al escenario. Y que luego dispararon con sus instrumentos y destruyeron. El poder del rock.
«No hablo español, pero mi sentimiento es tuyo», dijo un Stanley en estado de gracia. Lo mínimo que hacía era mucho: groovear el rock con el cuerpo, hacer un mano a mano de guitarras con Singer para luego chocar puños en el aire o pedirle al público que cantaran juntos «Say Yeah».
Esta fue la duodécima vez de Kiss en Argentina, pero el sentimiento es el mismo. La gente respondió con un «Yo soy kissero, es un sentimiento…». Para redoblar la apuesta, el músico de 71 años preguntó: «¿Están cansados?». Tras el solo de batería de Eric Singer, Stanley amagó con bajar entre la gente.
El comienzo del final fue con «I Was Made for Lovin’ You», «Do You Love Me» y «Rock and Roll All Nite» para culminar una noche espectacular para todos los presentes, músicos incluídos.
Fuente: Página 12.